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Bueno, esto va a requerir un salto de fe. Mío y de quien lee. Mío porque mostrar una teoría incompleta siempre es un poco como estar desnudo. De quien lee porque esta idea es una de esas ideas que primero provoca rechazo, estupefacción y a veces un poquito de vergüenza (casi siempre, ajena). Pero voy a confiar en que del otro lado hay una persona dispuesta a correr riesgos. A pensar fuera de la caja. Lo que voy a decir va a sonar un poco fuerte, pero acá va:

Todo es un sánguche.

¿Las empanadas? Son un sánguche cerrado y al horno. ¿La pizza? Medio sánguche al horno. ¿La ensalada caesar? Un sánguche mixeado. ¿Los ravioles? Sanguchitos hervidos. ¿El sushi? Sánguche cheto.

¿Acaso nos volvimos todos locos? No, sólo es el éxtasis propio de acercarse a la verdad. Lo sintió Newton, lo sintió Darwin. No abandonen ahora. Amárrense al mástil porque todavía estamos en la parte poco profunda de este océano de abstracción. ¿La ensalada de lechuga y tomate? Un sánguche en ausencia, con uno de sus componentes elidido. ¿El risotto? Otro sánguche mixeado, sobre todo cuando viene con pedacitos de pollo. ¿La milanesa? Un claro sánguche divergente. ¿Los fideos con tuco? Ni me hagan tener que explicarlo. 

 
Esta idea, por más absurda que suene, fue sometida al escrutinio del grueso del equipo de El Gato y la Caja, lo cual tuvo varias consecuencias. La más inmediata fue la moción de expulsarme del equipo. Esto, por suerte, no pasó, gracias a que algunas personas se tomaron un segundo para reflexionar seriamente. Es decir, en cierto modo fue mérito de la idea que logró abrirse paso, pero no voy a detenerme en eso.

Puestos a testearla, se buscaron ejemplos que permitieran tensar los límites de tamaña proposición. ¿Una provoleta rellena de jamón es un sánguche? El instinto dice que sí, pero aceptarlo es aceptar que un sánguche no necesita involucrar ningún panificado. Al mismo tiempo, ya demostramos que la estructura A | B | A tampoco es condición sine qua non para la constitución ontológica del sánguche. Pero entonces, ¿qué lo es?

Después de mucho reflexionar, de manera completamente interdisciplinaria y aplicando todo el rigor posible (no tenemos a nadie en el equipo que se dedique a la filosofía, probablemente por eso sigo vivo), Pablo dio con la clave: lo privativo del sánguche es la otredad. La frontera. El límite definido entre un elemento compositivo de la comida y otro. Dada esa condición, todas las comidas son algún tipo de expresión del sánguche. Es decir que el sánguche se manifiesta por la presencia de dos o más elementos discretos, independientemente del orden, la naturaleza, consistencia o sabor de dichos elementos. Desde esa perspectiva, entonces, todo es un sánguche.

Bueno, casi todo. Un puré no es un sánguche. Un caldo no es un sánguche. Un plato de papas fritas no es un sánguche (pero un plato de papas fritas con cheddar sí). ¿Un pollo con batatas al horno…? Hay que ver. Hay que ver. Es un misterio. Capaz, algún día, la humanidad lo resuelva. Pero no hoy. Nunca en enero. En enero hay mucha gente de vacaciones y hace calor. Demasiado calor como para pensar en cosas serias.

(Atención: Igual un poco sí nos pusimos serios y hoy publicamos esta nota de Rocío Priegue sobre la importancia de tomarse vacaciones para no morir. No es un modo de decir, las vacaciones son importantes para no morirse. No lo digo yo, lo dice la ciencia.)

El asunto es que, como sabíamos que en enero íbamos a estar dedicados a resolver este misterio importantísimo y eso no nos iba a permitir hacer demasiado contenido nuevo, nos adelantamos al problema y le pedimos a Bancantes —ese grupo de imprescindibles que ojalá no se reduzca por culpa de este mail— que votaran los mejores proyectos del 2021. Luego, agarramos esos proyectos y los hicimos competir entre sí para encontrar un campeón. Y después, nos pasamos enero volviendo a compartir esos proyectos con toda la comunidad para celebrarlos, recorrerlos y disfrutarlos otra vez antes de que la montaña de contenido que tenemos planeada para el 2022 nos pase por encima.
 

Así que, ¿qué hicimos en enero además de resolver el mayor misterio del Universo? Disfrutamos de estas ocho maravillas que nos ponen muy orgulloses. Y descansamos. Y comimos sambuchitos.
  • Oh, la humanidad. También conocido como el campeón, el podcast más votado, el elegido de la comunidad y otras cosas que no puedo decir porque me acusan de parcialidad. Lo cierto es que estamos muy orgulloses de haber hecho esto junto a Posta y por eso este año habrá segunda temporada. Mientras la esperamos, acá todos los episodios para volver a disfrutar. ¿Cómo podemos ser tantos y sentirnos tan especiales? La pregunta sigue en el aire.
 
  • Complejidad Económica Verde. Hoy el debate entre desarrollismo y ambientalismo está más vigente que nunca. Sin embargo, hay un tercer camino: combinar economía con ciencia de datos y un equipo tan profesional como el de Fundar. El viaje hacia una propuesta de país concreta, verde y posible, empieza acá.

  • Carbatwitch. Empezó como un deseo. Las ganas de hablarnos, acompañarnos, comentarnos la pandemia y divertirnos un rato, pero ahora se convirtió en una necesidad. ¿Alguien puede sobrevivir sin Carba? Nosotres seguro no, así que pronto estará de vuelta. Si no se lo quieren perder, suscríbanse a nuestro canal.

  • El Nudo. Sin duda, uno de los proyectos editoriales más desafiantes que encaramos. Hacer este libro requirió de un autor de la talla de Enzo Tagliazzucchi y todo un equipo interdisciplinario puesto al servicio de un objetivo: explicar, con rigor pero sin obstáculos, el problema de la conciencia. Y, ya que estamos, correr la frontera de su estudio un poquito más allá. Este viaje, como todos los que hacemos, también está subido a nuestra web, libre para todes, gratis para siempre.

  • Profano. El último proyecto editorial del 2021. ¿Qué es la vida? ¿Qué es la muerte? A lo largo de la historia, esos términos han sido abordados por la ciencia, por la religión, por la filosofía… y ahora también por Gato. Para eso, convocamos a dos autores: Pablo Estéban y Jimena Barbeito, para hacer este proyecto editorial doble y tratar de abordar alguna de las cuestiones que sólo les interesan a las personas que están vivas y un día se van a morir. ¿No lo conocían? Pues empiecen por acá.

  • Eureka. A veces uno se olvida de que existen esos seres chiquitos comúnmente conocidos como niñes. Bueno, yo no me olvido porque tengo una y es bastante insoslayable. Pero a otras personas les pasa. Para quienes tengan en su radio a uno de estos seres, hicimos este libro sobre la curiosidad de la infancia, los misterios del agua y los placeres de una buena pelopincho en familia. Escrito por Laura Wittner e ilustrado por Pupé. ¡Miren qué belleza! Sirve también para el niñe que llevamos dentro.

  • Fiebre. Con este libro pateamos las puertas del 2021. Básicamente, dijimos: ¡si esta pandemia lleva un año y está tan llena de historias, las anteriores lo que habrán sido! Y le preguntamos a Carba y resulta que sí, la historia de la humanidad está bastante marcada por la historia de los patógenos. Así que Carba hizo lo que hace mejor: escribió varias historias. Y después The Negra hizo lo que hace mejor: diseñó una barbaridad. Y acá estamos, ya por la segunda edición de este libro que ahora incluye una nota del autor a casi un año de su publicación. El libro completo, acá.

  • Notas interactivas. Si hay algo en lo que apretamos el acelerador este año fue en las notas interactivas. Porque internet es más que un canal de comunicación, es una herramienta que multiplica las posibilidades de interacción y permite hacer un montón de cosas que antes eran imposibles. Jugar a buscar espacios verdes en el mapa de una ciudad, medirse contra una computadora, desafiar las propias intuiciones sobre la legalización de la marihuana o saber dónde estás en tu mapa moral respecto a los demás… ¡oh, cómo amamos las experiencias digitales! 

En febrero vamos a estar cumpliendo 8 años y, como ya saben, cumpleaños significa regalos, fiesta y un montón de cosas nuevas. Porque ahora sí, empezó el año y hay que agarrar el instrumento de excavación. Si quieren ayudarnos a hacer todo lo que tenemos planeado, no se olviden de bancar. O, por qué no, comprar algún libro, que siempre viene bien.  

¡Abrazo!

Juancho